viernes, diciembre 16, 2005

Desde que, hace un año, Oscar del Barco, llamaba a "asumir ese acto esencilmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano", refiriéndose muy concretamente a quienes integraron en los años 70 las organizaciones armadas marxistas y peronistas (lo que se sintetiza bajo el nombre de "la guerrilla"), el tema no dejó de ocuparme la cabeza, y más se me fue complicando a medida que más ecos iba teniendo, muchos de ellos bien desafortunados.
Si de algo estoy seguro es de que:
1) ni la posición de Del Barco me conforma ni le dejo de reconocer un trasfondo que merece desplegarse.
2) que el tema me excede por todos lados, en lo teórico y en cuanto a experiencia de vida.
3) que así y todo, algo uno podría ir dejando registrado de las cosas que va viendo, a medida que piensa y repiensa el problema, y que lee y relee las respuestas, las contrarrespuestas y las nuevas intervenciones. No mucho, tratando en lo posible evitar cualquier contribución al ruido, al exhibicionismo a través de temas resonantes o a la descarga personal, pero buscando compartir lo que en medio de todas esas reflexiones uno vislumbra como relativamente libre de ruido y digno de compartirse, hasta que alguien demuestre lo contrario.
Breves apuntes, por lo tanto, apenas para ir pensando una cuestión que se puede tratar de muchas maneras (que hay que tratar de muchas maneras), pero jamás con irresponsabilidad y/o ligereza:
No hay nada que pueda alivianar el hecho de dar muerte a un ser humano. No hay nada que lo vuelva soportable. No hay nadie que, si piensa que tiene derecho a matar, o a quien le da lo mismo matar o no, no merezca repudio. No hay nadie que, si le complace matar, no sea un enemigo radical de la especie.
¿Pero qué pasa cuando no se puede no matar? ¿No habría ocasiones en que no matar es tan criminal como matar o más? ¿No puede ser a veces quien no mata el que "queda limpio" para que los trabajos insoportables, inhumanos, los hagan otros, por lo general los "inferiores"? ¿Estamos de verdad hablando de matar o de otra cosa? ¿No habría detrás del acto de matar algo de lo que depende su sentido, aun cuando siempre sea un fracaso radical sin retorno?
Yo no podría, ciertamente. ¿Pero cómo podría juzgar lo que otros hicieron o hacen en condiciones que nunca me tocaron, y que voy a hacer todo lo que pueda para que nunca me toquen?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué tema...
Creo que la única posibilidad de hablar de esto de un modo responsable es reconocer, como usted dice, que nos excede, y nos excede porque nos involucra demasiado.
Un asesinato se diferencia, para mí al menos, de otros crímenes aberrantes contra un ser humano en que es imposible regresar de allí. ¿Pero no hay cierto engaño en la jerarquización del crimen? ¿porque cómo se vuelve de la tortura, de la violación, del abuso, de la sed y el hambre? No es algo menor que se sobreviva, claro que no, pero creo que la formulación de esa pregunta que usted hace, sobre si hablamos de matar o de otra cosa es clave, porque si no, corremos el riesgo de caer en una tranquilizadora simplificación.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Un modo de pensarlo que se me ocurre, Silvia: el tema no sería exactamente matar o no matar (lo que no implica que "matar o no matar" no importe). Sería qué es para uno el otro, el prójimo, qué significa el otro, qué importancia tiene, qué valor se le da.

paula p dijo...

daniel, no tenes email aca ..si tenes ganas puedo reenviarte unos mails q me llegan en tono semejante a del Barco, pero con un estilo q lleva a la risa en su kitch , firmados por un tal Carlos Montonerr ( en definitiva seria un mero ejercicio horrrorizaciòn )

DF dijo...

Te agradezco Paula, pero prefiero que no me mandes esos mails, si son lo que supongo. Tengo miedo de que mi capacidad de soportar ciertas cosas sin deprimirme no dé para tanto.